Los intentos de desecación en los siglos XVIII y XIX

A lo largo de los siglos la imagen de A Limia fue para muchos la que reflejó el Canónigo Cardenal de la catedral de Orense Juan Manuel Bedoya (1831): "La naturaleza dio a la Limia todos los elementos para su riqueza y bien estar... un suelo pingüe y fértil, un temple suave y saludable... tantas ventajas naturales reclaman altamente los auxilios del arte para remover el único obstáculo que hace siglos se opone a su opulencia. Éste es el grande y pestilente charco de la laguna Antela, enemigo declarado de la industria agrícola, de la granjería pecuaria y de la misma humanidad... vapores fétidos y mortíferos que vician el ambiente... inmundo, inútil y nocivo charco, germen de putrefacción y mortandad... ¿ha de ser tan adversa la suerte de la Limia, que le esté cerrado para siempre el paso a los campos de su felicidad por la triste agua de esa laguna aborrecida?"

Como consecuencia de esta mentalidad los intentos para desecar Antela, por parte de personas e instituciones, resurgieron periódicamente siguiendo el modelo romano.

 

Real Academia de Agricultura (1765)

La Real Academia de Agricultura de A Coruña, por iniciativa de Cornide y en sesión celebrada el 3 de febrero de 1765, analiza la posibilidad de desaguar Antela con fines agrícolas (Martínez Barbeito, 1959). Lamentablemente la documentación al respecto se ha perdido.

 

El Corregidor Juan Toubes (1827-1835)

Juan Toubes, Corregidor de Xinzo de Limia desde 1825 y representado por Domingo Rodríguez Nieto, obtiene una "real orden de 3 de Marzo de 1827 comunicada por el Excmo. Sr. Secretario del despacho de Estado al intendente general de este reino de Galicia,... para que hiciese levantar el plano y calcular el coste de las obras necesarias con todo lo demás que creyese conveniente" (Bedoya, 1831). Este autor, gran defensor de la iniciativa de Toubes, indica que su proyecto consiste básicamente en "romper y humillar a fuerza de brazos y barrenos" el peñascal de Ponteliñares que actúa como "una presera natural compuesta de una gran masa de peñas que obliga a retrogradar y rebalsarse el agua" y en "abrir una nueva madre al río" con un canal de "23666 varas a lo largo... 16 varas de ancho en el cauce con 8 pies de profundidad" para los que estima necesarios 37187 y 29582 jornales, respectivamente, y cifra en "428225 reales de vellón... el coste entero de la obra completa”. Puesto que a lo largo del texto Bedoya (1831) se refiere a la vara castellana (0,8359 m) y al pie de Burgos (0,2783 m), las dimensiones del canal proyectado eran de 19,8 km de longitud con 13,37 m de ancho y 2,23 m de profundidad, es decir, un movimiento de tierras de 590000 m3 que, para realizarse con los 29582 jornales previstos, implicaría la remoción de casi 20 m3 de tierra por cada jornal (sin medios mecánicos).

En cuanto a cómo financiar el proyecto, Bedoya (1831) se lamenta de que "En otros países más ejercitados en especulaciones mercantiles sobrarían capitalistas que combinando su propio interés con el del público se prestasen a hacer de su cuenta este importantísimo servicio. Mas en el nuestro escasean los genios especuladores, y no abundan los capitales" y añade "...fuera ineficaz, inhumano e impolítico proponer ni tomar en boca un reparto vecinal ó el recargo de imposiciones sobre ciertas especies de consumo... Menos se puede solicitar y esperar que el erario anticipe estos caudales...", por todo lo cual se confía en el apoyo de los obispos de Canarias y Jaca (oriundos de A Limia) y “otros amigos del país colocados en diferentes destinos brillantes” entre ellos “el Excmo. Sr. Comisario general de Cruzada D. Manuel Fernández Varela”, así como en la contribución de jornales que "han suscrito los párrocos y otros propietarios".

De acuerdo con Rico Boquete (2008), con el cese de Toubes en 1835 se paralizó la obra que, aunque con menor intensidad que la descrita por Toubes (en una carta llegó a afirmar que "no quedó una gota de agua en la tal laguna"), dejó sentir sus efectos, al menos en los momentos iniciales. Las obras promovidas por Toubes, aunque inconclusas, también originaron los primeros descontentos por las consecuencias negativas de la desecación, lo que hoy llamaríamos deseconomías externas, pues consiguieron que "el agua corra libremente arrastrando en las crecientes la arena hasta el punto de ir cegando los pozos y cavidades... donde antes hacían mucha pesca" (Madoz, 1845). Además, Rico Boquete (2008) señala que, con fecha 26-03-1848, José Pinal (vecino de Partovía, O Carballiño), "elevó una instancia al Gobierno político de la provincia denunciando los perjuicios que acarreó la desecación de una porción de la laguna... por la destrucción del criadero de las mejores sanguijuelas que la España poseía".

 

Justo Pelayo Cuesta (1850)

"Considerando los informes favorables del ayuntamiento de Xinzo de Limia y de la Junta de Agricultura, una Real Orden del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas, de 26 de diciembre de 1848, prescribía efectuar el reconocimiento de la laguna y la posterior formación del presupuesto necesario para su desagüe, proponiendo los medios para llevarlo a cabo y acudiendo, si fuera necesario, al auxilio de la empresa particular, recompensando los adelantos con el reconocimiento de concesiones perpetuas o temporales" (Rico Boquete, 2008).

En este contexto, Justo Pelayo Cuesta dirigió una instancia a la reina el 14-05-1850 planteando la desecación como una obra técnicamente fácil y ofreciéndose a asumir todo el coste de la empresa a cambio de "la concesión de todo el terreno que actualmente ocupa la Laguna de Antela y que luego quedará en seco... con el goce de las exenciones y privilegios que son inherentes por las leyes de cultivo de terrenos nuevos" (en Rico Boquete, 2008). Por Real Orden de 17-06-1850, Pelayo Cuesta recibió autorización provisional para el desagüe pero incumplió, muy ampliamente, el plazo para depositar la fianza, circunstancia que intentó sin éxito aprovechar Liberto Malagamba para hacerse con la concesión, que el Consejo Real declaró caducada (véase Rico Boquete, 2008).

Aunque fracasada, la iniciativa de Justo Pelayo Cuesta, quien luego llegó a ser Ministro de Hacienda (11-01-1883 a 14-10-1883) y Presidente del Consejo de Estado (26-01-1886 a 27-11-1887), puede considerarse un éxito algo tardío del folleto de Bedoya (1831), que finalmente atrajo hacia el proyecto de desecación de Antela a "los genios especuladores", de los cuales Justo Pelayo Cuesta sólo sería el primero. Y también sería el primero en intentar atraer socios extranjeros para la empresa, pues Rico Boquete (2008) señala que contactó con otros "hombres de negocios, los Sres. Partington y Edwards".

 

Los hermanos Mugártegui y Toribio Iscar (1854-1874)

Con una instancia presentada el 25-02-1854, los hermanos Román y Francisco Javier Mugártegui Parga solicitaron la concesión para "desecar la laguna Antela y parte del río Limia" con "un proyecto muy elaborado y argumentado que incluía plano topográfico, presupuesto, plano de las obras y memoria descriptiva" (Rico Boquete, 2008). Este autor señala que, en el preceptivo periodo de 20 días para exposición pública y presentación de alegaciones, el 27-03-1854 se registró la entrada de un escrito "firmado por más de trescientos cabezas de familia" de los municipios afectados por el proyecto, y que "contaba con el apoyo y la rúbrica de los sacerdotes de las diversas parroquias", en el que se manifestaba la oposición a la obra y se solicitaba la denegación del permiso, sobre todo por la pérdida de los pastos ("más produce el terreno en prados que no invertido en cultivo, por dar más utilidad la ganadería como la experiencia demuestra") y los cambios en la propiedad de la tierra ("unos pocos serían los dueños absolutos y todos los otros meros arrendatarios").

Mientras la inestabilidad política demoraba la resolución del expediente de los hermanos Mugártegui, los vecinos adquirieron al menos 3200 ha de terrenos colindantes con la laguna puestos en venta por el Estado y se sucedían los intentos por hacerse con la concesión dirigiendo instancias al ministro de Fomento (véase Rico Boquete, 2008): William Partington y José Joaquín Figueras (13-11-1863), Toribio Íscar (04-1864), Juan Sabugo (13-06-1864), Juan Sabugo y Victoriano Moro (16-07-1864) y Victoriano Moro (15-08-1864). Sólo el de Toribio Iscar era un auténtico proyecto y "fue informado favorablemente por los diferentes organismos administrativos" (Rico Boquete, 2008).

Como señala Rico Boquete (2008), a instancias de la Administración los hermanos Mugártegui abandonaron su oposición inicial a colaborar con Toribio Íscar y acabaron creando una empresa conjunta. Para intentar vencer la oposición vecinal al proyecto de desecación, F. Mugártegui (1866) publicó el folleto "La empresa para el desagüe y saneamiento de la laguna Antela, a los pueblos de la Limia" con el que pretendía "deshacer, en cuanto sea dable y posible, la atmósfera que pretende crearse contra el más importante pensamiento agrícola, e industrial, que puede realizarse hoy en esta provincia". En el folleto, basado muy ampliamente en el de Bedoya (cuya 2ª edición incluye como anexo), Mugártegui emplea argumentos de:

  • Salubridad pública. Para ello inserta en las págs. 8-9 un largo párrafo de Bedoya que, aunque entrecomillado, no se corresponde exactamente con el original (pág. 16 de éste) pues, a la larga lista de males y enfermedades que Bedoya achacaba a la laguna (hidropesía, asma, gota, parálisis, reuma y fiebres pútridas), añade una nueva: "el bocio que inutiliza para el servicio militar a tantos jóvenes". Incluye también una referencia a "la más plena y cumplida aprobación científica en el expediente de salubridad pública instruido en este Gobierno de Provincia el año de 1864 a petición del Señor D. José Joaquín Figueras" (quien había solicitado las concesiones para desaguar las lagunas de Antela, Gallocanta y Fuentedepiedra, y obtenido la de las dos últimas).

  • Incremento de la producción ganadera. Pero, alegando "que no somos investigadores ni agentes de la administración", al compararla con la existente elude valorar "el precio medio de esta riqueza", aunque asegura que destinándole 1100 ha desecadas (y los rastrojos de las cultivadas) podrá duplicarse su número y valor. También prometen un notable incremento de la producción agrícola puesto que "la comarca llamada Limia" es "feraz", "fertilísima" y "de prodigiosa feracidad", previendo destinar 1650 ha al cultivo de trigo y centeno y otras tantas al de maíz.

  • Beneficios para el Tesoro Público, gracias "al aumento de la riqueza pública, por el aumento de impuesto" al incrementarse la producción agrícola y ganadera.

Finalmente, con un Real Decreto de 15-04-1868, Francisco Javier Mugártegui Parga, Toribio Iscar Sáez y Román Mugártegui Parga obtienen la concesión para desecar lo que ellos consideran Antela: una amplia superficie de 5870 ha que incluía el vaso lagunar propiamente dicho y también las llanuras de inundación de los ríos Limia, Fírbeda, emisario de Antela y Vidueiro en los municipios de Sandiás, Vilar de Santos, Rairiz de Veiga, Xinzo de Limia y Porqueira (Mugártegui Parga, 1866).

Limia_FontanIscar_Antela

Mapas de la laguna de Antela y A Limia según Fontán (1845) e Íscar (1866). Fotografías obtenidas de mapas originales por cortesía, respectivamente, de la Misión Biológica de Galicia y del Instituto de Estudios Gallegos Padre Sarmiento, centros ambos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Las condiciones obtenidas para la concesión pueden considerarse muy favorables: un 5% de las tierras desecadas quedaría para explotación agrícola y ganadera por los pueblos contiguos mientras que el 95% restante pasaría a propiedad de la empresa, que también obtenía la preferencia para el aprovechamiento de las aguas de la laguna que pudiera derivarse de las obras. La empresa, que debía depositar como garantía el 1% del presupuesto del proyecto y construir una granja-escuela dotada con 10 ha de terrenos saneados, tenía un plazo de un año para iniciar las obras y otros cuatro años para finalizarla (Real Decreto de 15-04-1868). De acuerdo con el anuncio de la Dirección General de Obras Públicas de las "concesiones otorgadas por el Ministerio de Fomento desde la ley de 3 de agosto de 1866 para el saneamiento, desecación y aprovechamiento de terrenos" (Gaceta de Madrid, 23-04-1871), la de Antela era la iniciativa más costosa (1590239 pts) y, con sus 5870 ha (4405 ha descontados los canales), era también la más ambiciosa por detrás del proyecto de saneamiento de 10000 ha de marismas en Lebrija (Sevilla).

Las obras comenzaron el 16-06-1868 hacia aguas arriba y abajo desde el puente de la actual N-525 y hasta primeros de noviembre, en que se detuvieron forzosamente ante la manifiesta (e incluso violenta) hostilidad vecinal en esos momentos de inestabilidad política, consiguieron abrir un total de 9770 m lineales de canal con un movimiento de cerca de 50000 m3 de tierra según el informe del ingeniero provincial (véase Rico Boquete, 2008). Si ninguna de ellas es incorrecta, esas cifras indicarían casi con seguridad que, al menos en un tramo bien significativo (si no en su totalidad), no se trataba de un canal nuevo sino del arreglo del canal abierto a instancias de Toubes, pues de lo contrario la sección del canal resultante (apenas 5 m2) sería claramente inferior a la de 29,8 m2 del canal proyectado por Toubes (Bedoya, 1831) e insuficiente para desaguar la laguna.

El 11-07-1872 Francisco Mugártegui y sus socios obtienen una prórroga de tres años para ejecutar las obras (véase Gaceta de Madrid, 26-06-1890), que retoman muy brevemente en junio de 1873 hasta que son "paralizadas violentamente pocos días después" (Rico Boquete, 2008). En estas circunstancias, con fecha 09-12-1874 los concesionarios transfieren todos sus derechos a John S. Stone (ingeniero que les dirigía las obras) y Richard Henry Freeman, "súbditos ingleses que residen en la ciudad de Santiago", quienes obtienen la preceptiva subrogación oficial para la concesión por acuerdo del Presidente de la República del 22-12-1874 (Gaceta de Madrid, 26-12-1874).

 

John S. Stone y sus socios (1874-1889)

John S. Stone y Richard H. Freeman obtienen sucesivas prórrogas para ejecutar las obras con fechas 28-06-1875, 05-07-1878, 12-03-1881, 10-09-1882, 24-01-1885 y 29-10-1886, siendo el plazo de finalización de ésta última el 15-10-1888.

El 03-10-1888 Inocencio Vilardebó presenta una instancia solicitando la caducidad de la concesión y que ésta se le otorgue a él, mientras que el 13-10-1888 John S. Stone y Ana María Phillips solicitan una nueva prórroga de 2 años para finalizar las obras. Ambas peticiones son desestimadas por Real Orden de 08-11-1889 (Gaceta de Madrid, 28-11-1889).

Una Real Orden del 20-06-1890 considera que "los concesionarios del desagüe y saneamiento de la laguna Antela y encauzamiento de una parte del río Limia han dejado transcurrir, con notorio exceso, el plazo fijado... y el de las siete prórrogas que obtuvieron... vienen a demostrar que la actual empresa carece de propósito o de medios para realizarlas..." y en consecuencia "declara caducada la concesión otorgada por Real decreto de 15 de abril de 1888" (Gaceta de Madrid, 26-06-1890).

 

La "Marquesa de Longueville" (1877)

Según Conde Valvís (1975) "En 1877, la Marquesa de Longueville, con numeroso séquito y personal a sus órdenes, instalada suntuosamente, supo, con dádivas y promesas, atraerse la voluntad de los refractarios al proyecto. Unos inoportunos exortos de Francia, hicieron regresar a su país a tan aristocrática dama y desbaratar sus planes". No obstante, esta afirmación, recogida con posterioridad por otros autores, incluye al menos dos errores:

  • En esa época la concesión para desecar Antela la ostentaban John S. Stone y Richard H. Freeman.

  • En Francia no ha existido nunca el título nobiliario de Marqués de Longueville, aunque sí los de Conde y Duque de Longueville (http://www.heraldica.org/topics/france/ peerage2.htm; http://fr.wikipedia.org/wiki/Liste_des_ducs_de_Longueville).

 

Antela en el cambio de siglo (1894-1907)

Por Real Orden de 23-06-1894 se convoca "la adjudicación en pública subasta de la concesión del desagüe y saneamiento de la laguna Antela y encauzamiento de una parte del río Limia, en la provincia de Orense, bajo el presupuesto de 149.747 pesetas 83 céntimos" (Gaceta de Madrid, 03-07-1894). De esta subasta se hace eco en La Habana (Cuba) el diario "La Tierra Gallega" con fecha 23-09-1894, señalando que los gastos de ejecución material serían de 2440992,99 pesetas y que "ejecutados desagüe y encauzamiento y segregado el ocupado por canales y cauces quedan disponibles para el cultivo 5.000 hectáreas". La noticia de prensa añade "Teniendo en consideración la calidad del subsuelo, que según resulta de las calicatas hechas en diferentes puntos y análisis practicados de sus capas superiores, no puede calificarse más que como de regular o mediano... no puede asignarse más valor a la hectárea de terreno saneado que el de 1.030 pesetas". Tras apuntar que "Algunos dueños de terrenos en esta famosa laguna se oponen a las obras en proyecto, desconociendo las inmensas ventajas que de ellas han de reportar", la noticia indica que "El último fracaso correspondió a una compañía inglesa, que después de haber comenzado los trabajos, los abandonó ante dificultades pecuniarias insuperables, no sin antes haber sufrido graves pérdidas en sus intereses".

La concesión para desecar Antela vuelve a salir a subasta por Real Orden de 30-09-1895 (Gaceta de Madrid, 02-10-1895) y, seguramente, en ella se hace con los derechos Carlota Partington de quien Rico Boquete (2008) señala que "finalizando el siglo, Dña. Carlota Partington, Duquesa de Longeville y familiar de uno de los socios de Pelayo Cuesta, asumió la empresa con mucha voluntad aunque con escaso éxito". El socio a quien se refiere este autor es William Partington Hurst quien, asociado con Joaquín Figueras, obtuvo las concesiones para la desecación y saneamiento de las lagunas de Gallocanta (Teruel, el 31-12-1868) y Fuentedepiedra (Málaga, el 16-08-1869) (Gaceta de Madrid, 22-04-1871), así como otros proyectos para aprovechamientos hidráulicos en diversos puntos de España. Efectivamente, Carlota Partington y de Cárcer, la hija anglo-española de William Partington y Amalia de Cárcer (véase http://www.zeabermudez.com/Genealogia/genlibro.pdf), ostentó en el cambio de siglo la concesión para desecar Antela y uno de los beneficios en ella contemplados, el aprovechamiento de aguas en el Pedregal o Peñascal de Ponteliñares para la producción de energía eléctrica (Gaceta de Madrid, 02-02-1903), hasta que el Ministerio de Fomento aprobó la transferencia de la concesión para la desecación de Antela "a favor de la Sociedad The Limia Company Limited" (Gaceta de Madrid, 02-02-1903) que quedaba obligada a responder "a cualquier alcance que pudiera corresponder a la actual concesionaria Doña Carlota Partington, por razón de las diligencias que está practicando dicha Comisaría de Guerra" (se refiere a la de Granada). Lo que no está en absoluto claro es el supuesto título nobiliario de Carlota Partington como Duquesa de Longueville, pues el linaje de los Duques de Longueville desapareció a finales del siglo XVII (http://www.heraldica.org/topics/france/peerage2.htm; http://fr.wikipedia.org/wiki/Liste_des_ducs_de_Longueville) y en los anuncios oficiales publicados en la Gaceta de Madrid nunca se menciona título nobiliario alguno, mención que sí era habitual al referirse a algún personaje de la aristrocracia española o extranjera.